Una mañana llena de luz y silencio, perfecta para dejar fluir la creatividad. Me levanté con esa chispa especial, esa energía que solo surge cuando sabes que algo grande está a punto de nacer. Tenía en mente diseñar una nueva pieza de mobiliario, algo más que funcional: una obra que combinara arte y utilidad, que reflejara mi pasión por el diseño escultórico. Con una taza de café al lado y un cuaderno en blanco, empecé a bosquejar ideas.
Las líneas se sucedían con naturalidad, como si ya estuvieran ahí esperando ser descubiertas. Pensé en cómo el mobiliario puede ser un punto de encuentro entre el arte y la función, y me propuse crear una peana. No una simple base, sino una pieza que en sí misma pudiera considerarse una escultura, capaz de exponer otras esculturas o cualquier obra de arte. El reto estaba en lograr el equilibrio perfecto entre sutileza y protagonismo, para que la peana realzara lo que soportara sin robarle protagonismo.
Las horas pasaron volando mientras afinaba detalles: el juego de proporciones, los materiales que dialogaban entre sí y el contraste entre lo orgánico y lo geométrico. Al final, lo que surgió fue más que un soporte; era una estructura sólida pero elegante, un pedestal que, en sí mismo, era una obra de arte.
Al terminar, supe que había capturado lo que buscaba: una pieza que representa mi p